Los tubos de ventilación son pequeños cilindros huecos que se insertan en el tímpano mediante cirugía. Esta abertura permite que el oído medio drene y que el aire fluya hacia el oído medio, e impide que se acumulen líquidos detrás del tímpano. En general, los tubos de ventilación están hechos de metal o plástico.
Los tubos de ventilación también pueden denominarse tubos de timpanostomía, tubos auditivos, tubos de miringotomía o tubos de ecualización de presión.
Los tubos de ventilación se recomiendan a menudo para los niños que tienen acumulación persistente de líquido detrás del tímpano, especialmente si el trastorno causa pérdida de la audición o afecta el desarrollo del habla. El médico de tu hijo también podría recomendarte tubos de ventilación si tu hijo tiene infecciones frecuentes en el oído.
La mayoría de los tubos de ventilación se salen solos en un plazo de 4 a 18 meses, y los orificios se cierran por sí mismos. Algunos tubos deben retirarse, y es posible que algunos orificios deban cerrarse quirúrgicamente.
El tubo de ventilación se usa para tratar y prevenir la acumulación de líquidos en el oído medio.